Escuela Cave In para que Damasco pele la piel a su “Hamartia“. Aguantaré, me lo prometo, que el disco promete, aunque ni falta hace que me lo pidan en su primer corte.
Soy sincero. Me esperaba un disco de emo arquetípico tras lo escuchado en su fugaz adelanto, pero para mi grata sorpresa, en breve me daré cuenta que no podría estar más equivocado.
Hamartia destila rabia punk mientras juega sin miedo al shoegaze, y así demuestra en el llanto de su “Ritual” inicial, matices de Oceansize dando abrazos a La Quiete.
Un disco que se llena de Punk en su homónima “Hamartia“. Construyes, destruyes, te increpan. Su mensaje de acción / reacción. Disonancias y puentes de charles en corcheas para un llanto que se transforma en vomitona. Canción abandonada en arpegios ebrios para bañarse de himno a golpe de bombo escuela Nuevenoventaicinco.
No hay dolor, pero si caja y blast beat a tierra en “Yin Bin Jiu Lou“. Una canción que podría haber salido de las cenizas del screamo italiano de barrio de la mejor época de Raein. Punk poco ininteligible, triste a más no poder, del que se vuelve okupa del tímpano.
“Destinos” y Ecuador. Todo junto a medio camino de este largo. Una canción, que convertida en vacío, se baña de chorus y no llega nunca a ser canción. Un lamento con acordes sabor Fugazi que se queda en magnífico interludio.
Damasco no tiene complejos en intentar dejarte claro en cada corte que el encasillamiento y la etiqueta no es lo suyo. Así arrancan su “Negro sobre negro“, que mutando su emo punk a medios tiempos, les transforma en los Quicksand del Slip en el 93′.
Hasta que llega el single, y me encuentro el timo de este gran disco. La estafa que me hacía esperar un emo de libro. Y lo siento por ti, pero no por mí, porque Hamartia es mucho más que su “Demasiado Consciente” de color Italia Riviera o azul Francia Sport. Hamartia es exquisitamente complejo y elocuente.
Que bien suena el Blast Beat sobre guitarras apenas rotas por el gain. Guerra de clases en un cierre de disco correcto con su “Máquinas” de hacer canciones de recuerdo.
Un disco brillante por todos sus poros, que hacen de Damasco una fruta poco dulce. Inesperadamente amarga, carente de prejuicios, rica en colores y amalgamas. Enhorabuena compañeros. Larga vida.