Me sumerjo en la comedia y suena un averno percutivo. Si esto es comedia, ¿dónde están las risas? Será todo lo divina que quieras, pero a priori se escucha lejos y me disgusta, me da miedo, invitación cruzada a una fiesta privada que me va a cambiar la vida y no quiero, así estoy bien. Alguien lanza una cuerda hacia afuera de la sala y la ata a mi cintura con millones de nudos. Ya no puedo escapar, es “Anti”, el primer corte de Comedia Yoica, el nuevo trabajo de Habitar la Mar que me arrastra sin pedirme permiso hacia el centro de una telaraña ruidosa, ininteligible, de guitarras bizarras y afiladas, una vaina irracional a la que dentro de poco menos de media hora le cogería el regustillo.
Llega el primer estallido llamado “Colisiones” y me entran ganas de vomitar bailando. ¿Por qué siento que las letras me vacilan? ¿Hablan de mí? ¿De alguien que conozco? Historias que me suenan y me enferman. No sé si soltarles una hostia o una reverencia. Este disco es lo más parecido a un amor salvaje. Una quimérica disciplina de ruidera miserable que me está jodiendo la tarde, pero ahora no puedo parar, tengo que seguir, el siguiente corte promete sorpresa.
La antesala de lo que habría de venir estaba repleta de “Fantasmas”. Todos llevaban pistolas cargadas. Dentro de la sala… A ver como te lo explico. Bajos decadentes y apretados de distorsión hasta las mangas, baterías enfadadas con la providencia, voces borrachas e indignadas, guitarras afiladas como cuchillas de afeitar. Las melodías dan asco, puto asco del bueno, del que tiene que darte este baile habitualmente necroso y personal. Joder, que amargo sabe, Fernet sin coca hecho canción, me encanta.
“Espirales”, la mítica tregua solidaria. Bocadillo de Chopped Pork a mitad de la escalada. Un sueño en bucle, y sale de una garganta más poesía que vacila, más hostias que me guardo para reciclarlas en aplausos. Con “Caos” cambia el track pero no la química, esta peña sabe a lo que está jugando. Esto está premeditado.
“Arsonista de mí” para que vuelva la energía Frank Carter de los primeros Gallows. Y me ponen de nuevo a bailar su vals, a mover el cuello, droga pura, más vacile, y la bolita de una ruleta derrapando entre rojos y negros. Guitarras que lloran disonancias, un noise que sabe trap, demasiado punk para ser real. Empiezo a pedirle crédito de aplausos al banco de esta ruidera, ya solo me queda un corte y no sé si llegaré con manos hasta el final. Necesito financiación para llegar al final.
La última guitarra me esta dejando idiota, tarado perdido. Tic tac, tic tac. Que listos los tíos. Anestesia final con “La Tara”, canción hecha en clave de directo, pensada y armada con cohetes teledirigidos para el desquicie del personal. Da ganas de levantarse de la silla, de salir parche en ojo a habitar la mar a punta de miseria. Enhorabuena por esta nueva píldora cómica muchachada, os habéis salido del tiesto.